Nueva York es una de esas ciudades en las que muchas personas queremos estar al menos una vez en la vida.
Será por sus rascacielos, por tener uno de los parques urbanos más grandes del mundo, por el humo saliendo de las alcantarillas en invierno, por lo que significa la Estatua de la Libertad, por el Empire State y King Kong o por la cantidad de series y películas que se han grabado en sus calles.
Lo cierto es que casi todos los que hemos visitado esta ciudad, coincidimos en que la sensación que tienes al poner un pie por primera vez en ella es que “ya has estado allí”.
Pero este sentimiento, en nuestra opinión y lejos de restarle magia, ayuda a hacerte sentir un poco en casa aunque estés a miles de kilómetros de distancia.
¿Pero qué sucede si no cuentas con todas esas referencias? ¿Y si llevas tan poco tiempo en este planeta que no has tenido tiempo para saber que esta ciudad es un plató de televisión en sí mismo? ¿Qué le llama la atención a un bebé de 8 meses de la ciudad que nunca duerme?
7 Planes para hacer con niños en NYC
Después de un mes recorriendo las calles de Nueva York, aquí van los momentos que más le llamaron la atención al más pequeño de la familia:
1. Las luces de Times Square
Una expresión de asombro seguida de un “ohhhhhh” se dibujó en su cara (a veces nos preguntamos si tanta luz no sería demasiado estimulante para él). El caso es que cada vez que pasábamos por Times Square, se quedaba hipnotizado mirando todos los carteles luminosos.
Si fue demasiado o no nunca lo sabremos, pero que le encantaban esos neones de todos los colores anunciando musicales, restaurantes, teatros o tiendas gigantes de todo tipo, era indiscutible.
2. Los miradores y el ascensor que te lleva a lo alto de la terraza del Top of the Rock
¿Bebés y alturas? ¿Serán una buena combinación? Lejos de producir en él alguna sensación de vértigo, observar la ciudad desde las alturas no pareció darle ningún miedo.
Más bien lo contrario. Ver los coches como hormiguitas desde arriba fue el incentivo definitivo para lanzarse por fin a decir adiós con la manita.
Aunque reconozcamos que todo el mérito no fue de las alturas porque ya había hecho algunos tímidos intentos de decir adiós recorriendo en río Sena en los Bateaux Parisiens.
A las vistas hay que sumarle el contador de pisos que cambia de colores dentro el ascensor acompañado de una música emotiva a la que terminó dando un aplauso y un “¡uauuuuuuh!” (con las consiguientes risas de todos los presentes).
Siendo sinceros, hubo unos cuantos adultos que también alucinamos con lo mismo.
3. Los pic-nics en los parques
Hemos conocido Nueva York en varias estaciones y cada una de ellas hace la ciudad especial por diferentes motivos. La decoración navideña, las pistas de patinaje sobre hielo y los alucinantes escaparates que se montan en invierno son todo un espectáculo. Como contrapartida, disfrutar en primavera y verano de la vida que tienen los parques públicos es un gustazo.
Por eso, nada más llegar, nuestro primer objetivo fue hacernos con algún tipo de tela grande que hiciera las veces de mantel, manta de juegos y espacio de siestas al medio día.
Comprar comida en alguno de los cientos de Worldfoods que hay salpicados por la ciudad e irnos a explorar la vida de los parques, fue una forma de hacer un paréntesis en medio de las visitas diarias que Koke agradecía escapándose de la manta para comerse el césped en cuanto tenía oportunidad.
Desde nuestra tela, tuvimos la oportunidad de presenciar en primera fila varios partidos de béisbol, clases de yoga y hasta esos famosos skaters que se juntan para bailar desde hace años en Central Park.
4. Los yankees
A priori, Nueva York no es una ciudad pensada para los niños. Pero eso no significa que pensemos que no hay que llevarles. Hay muchísimos planes que hacer con ellos, pero también muchos coches, un metro con pocas rampas o ascensores en los que subir el carro y restaurantes que no siempre tienen tronas para los más pequeños.
Aun así, hay algo que inclina la balanza a favor de la idea de elegirla como un destino interesante para visitar con un bebé y ese es “ellos”. Nueva York no será una ciudad para los bebés, pero a los neoyorkinos les encantan.
Quizás precisamente porque no hay muchos, bastantes fueron las personas que se acercaron con un cariñoso “take five” o que directamente se agachaban a su altura, le miraban a los ojos y le soltaban un “how are you baby?” o un “I like your t-shirt baby!”
5. Museo Americano de Historia Natural
No hay niño que no se emocione al ver las salas dedicadas a los dinosaurios. Incluso a nosotros, los grandes, nos causa una especial admiración saber que estos enormes animales habitaron nuestro planeta.
Por eso, esta es una excelente opción para ver en la ciudad de los rascacielos. Sobre todo,quedarán maravillados al comprobar la estatura del Tyrannosaurus Rex, cuyo esqueleto luce en pie para el visitante.
Además, tus hijos podrán ejercer de paleontólogos, gracias a las actividades que se les ofrece dentro del mismo museo. Para ellos está disponible una sala donde les dejan tocar todo lo que quieran y desenterrar restos de dinosaurios con sus propias manos.
6. Broadway
Broadway es mítico por sus musicales, que han recorrido casi todo el mundo. Esta experiencia no te la puedes perder. Aunque te parezca increíble, tus hijos te lo agradecerán. Solo tienes que buscar un musical que les apasione y, precisamente, esto es muy sencillo de conseguir.
Títulos como El rey león o La bella y la bestia son algunas de las grandes producciones de dibujos animados que seguramente han encantado a tus pequeños. Imagínate que puedan ver en vivo a sus personajes favoritos, acompañando a una música y bailes sensacionales. Tú tampoco te lo querrás perder.
7. Central Park
Este mítico parque neoyorquino recoge todo un mundo de películas y series que desearás reencontrar, esta vez en persona. Su enorme dimensión dificulta conocerlo completamente, pero da muchas opciones, sobre todo si vas con tus hijos.
Desde hacer un picnic con tu familia en la Great Hill, hasta recorrer sus míticos rincones dedicados a Alicia en el país de las maravillas o a John Lennon. Aunque, quizás los más pequeños prefieran tirarse por el enorme tobogán del Billy Johnson’s Playground.
Si se acuerda o no de todo lo que vivió paseando por Nueva York a sus 8 meses, nos parece lo menos importante. Estamos seguros de que en el momento, disfrutó con todas estas experiencias.
De todas formas, es una ciudad tan viva, tan llena de planes y cosas que ver, que no importa el número de veces, la manera o el tiempo que la visites. Siempre te quedarán muchas excusas para volver. Y si una de ellas es que tu primera vez fue con 8 meses, bienvenida sea.
¿O es que la capacidad de emocionarnos con todo lo que nos rodea no es lo que precisamente nos hace más humanos?
💡 Vete de viaje con Viajes Carrefour:
- 📘 Viajes a Estados Unidos.
- 📘 Vuelos a Nueva York.
- 📘 Hoteles en Nueva York.
- 📘 Vuelo más hotel a Nueva York.