Un viaje en globo es una propuesta original y divertida para sorprender a tu pareja o amigos, además del regalo ‘con mejores vistas’. Hasta cuatro personas pueden subir en los globos más pequeños y hasta veinte en los más grandes, además del piloto. Su labor, además de la de dirigir el aparato, es dar indicaciones oportunas en cada momento. De este modo, el piloto explica cómo los globos son mucho más que una enorme lona impulsada por aire caliente de la que pende una canasta. Al finalizar el viaje, de vuelta al suelo sanos y salvos, las empresas encargadas ofrecen desde desayunos completos hasta brindis con champán. ¿A qué esperas? Es una perspectiva tan especial que una vez que lo pruebas no te conformarás con las vistas desde tierra en tus viajes.
Una forma segura, estable y suave de volar
Si volar es la manera más segura de viajar, hacerlo en globo es la más segura de volar. Solo se vuela con las condiciones atmosféricas óptimas y todos los elementos que componen un globo (lona, canasta y quemadores) son revisados minuciosamente. Antes del despegue se lanzan globos de helio para comprobar la dirección del viento y los pasajeros reciben instrucciones básicas, aunque su ocupación real será disfrutar de las vistas.
Limpia tus ojos de legañas porque los vuelos suelen realizarse a primera hora de la mañana o última del día, ideal para ver así la salida o puesta de sol. A esas horas el sol aún no ha calentado el suelo y la atmósfera, por lo que de este modo se evitan corrientes térmicas variables e imprevistas. Y por los ataques de los pájaros no te preocupes: solo suceden en los dibujos animados. Las aves se asustan y huyen si ven uno.
“¿Hemos despegado ya?”. Es una de las frases más oídas por los pilotos cuando están a un par de metros del suelo. Una pista de la suavidad del despegue. El paseo dura entre hora y hora y media y es de lo más estable, así que no te preocupes por tus fotos porque no saldrán movidas.
Si ya te ha entrado el gusanillo por montar en globo, el primer objetivo está cumplido. Ahora toca decidir dónde. Desde la cesta de un globo aerostático cualquier lugar se convierte en mágico, con el aliciente de que en todo momento tienes el viento en la cara. Puedes sobrevolar ciudades españolas como León, Valladolid o Granada. Un buen entrenamiento y un perfecto regalo sorpresa. Pero ya que te lanzas a la aventura de surcar los cielos desde un cubículo de mimbre, ¿te imaginas hacerlo sobre un desierto o unos templos milenarios?
Elige destino y sube a la canasta
Conocer la Capadocia desde el aire es una actividad casi obligada cuando se viaja a Turquía. El valle de Göreme y sus ‘chimeneas de hadas’ es uno de los principales atractivos del país junto con Estambul. Una mirada imprescindible a este paisaje de fantasía lleno de cucuruchos de piedra milenarios. Lo mismo ocurre con la tierra de los mil templos de Bagan en Myanmar, uno de los complejos mejor valorados por su gran interés cultural e histórico. Precisamente por ser tantas pagodas es difícil que tengas una visión completa desde tierra. Elemento que aún hace más apetecible incluir un paseo entre las nubes para observar, a vista de pájaro, algunos templos del yacimiento tan famosos, e impronunciables, como Shwesandaw, Pyathada Paya, Sulamani Pahto y Dhammayangyi Pahto.
Desiertos sin arena
¿Te apasionan los desiertos pero detestas la arena? Tenemos la solución: un viaje el globo por el desierto de Namib, el arenal que da nombre y cubre la mayor parte de Namibia, África. Es también el más antiguo del mundo, se calcula que existe desde hace 65 millones de años. El área turística de Sossusvlei es la elegida para que conozcas este inmenso mar de arena dorada y sus enormes dunas. Y quizás coincida con algún fenómeno astrológico, y puedas disfrutarlo desde el globo. En esto, los mayas eran expertos y los equinoccios, uno de sus momentos favoritos del año. Por eso en Teotihuacán, ‘Ciudad de los dioses’, un sitio arqueológico a 40 kilómetros de México D.F., los celebran por todo lo alto. Ese momento de primavera y otoño es cuando el sol incide perpendicularmente sobre la gran Pirámide del Sol. Prodigio que miles de curiosos se acercan a presenciar bien sea desde tierra o sobre un globo.
Aunque si lo que quieres es ver una de las mayores concentraciones de globos del mundo, te proponemos acudir a Estados Unidos, al Festival Internacional de Globos de Albuquerque. Se celebra en octubre desde hace cuatro décadas y reúne unos 500 globos que llenan el aire de color. Si no puedes cruzar el charco, en Igualada, Barcelona, se celebra anualmente en julio, desde 1997, el mayor festival de globos de toda Europa.