Algunos de los volcanes más espectaculares del mundo permanecen en reposo aunque no extintos. Conoce de cerca a estos ‘gigantes durmientes’.
Ningún volcán está extinto del todo. En mayor o menor medida todos pueden volver a explosionar, sólo la falta de magma en su base evitaría que ocurriera. Por eso, en los últimos años ha pasado a utilizarse el término más preciso ‘inactivo latente’. Algunos volcanes llevan tantos años tranquilos que ya han pasado a denominarse coloquialmente montes. Pero que no te engañe su aparente serenidad, visitarlos es casi un deporte de riesgo.
Uno de estos fieros es el Monte Pinatubo, en Filipinas. Erupcionó en 1991 después de más de medio siglo de sosiego causando uno de los mayores desastres naturales del siglo XX. Con el paso de los años ha vuelto la calma. En el cráter se ha formado un lago y la región es hoy una reserva natural con rutas de ‘trekking’. Puedes conocerlo viajando desde Manila hasta Clark y a partir de ahí, en 4×4. Muchas empresas ofertan excursiones con guías locales que te acompañan en todo momento. La travesía senderista te llevará unas dos horas, y en ella podrás visitar poblados ‘aetas’ (tribus indígenas) así como verdes paisajes. Una vez llegados al cráter lo más tradicional es tomar un tentempié en un mirador natural admirando el azul del lago que un día fue lava.
La montaña sagrada de Japón. Monte Fuji
Otro de estos gigantes dormidos (pero catalogado como activo) es el Monte Fuji, cuya última erupción tuvo lugar en 1707. Recientemente se ha puesto de moda a raíz del estreno de la película ‘El bosque de los suicidios’ que tiene lugar en Aokigahara, uno de los bosques más famosos del país que se encuentra en la base noreste del Fuji. La montaña más alta de Japón es un lugar sagrado para los nipones que están obligados a ascender al menos una vez en la vida. Se encuentra a dos horas de Tokio y puedes llegar en tren hasta Kawaguchiko y desde allí en autobuses locales. Una vez en el monte acude al centro de visitantes para aprender más sobre este símbolo del país y accede hasta la Quinta Estación (a 2.300 metros de altura), desde donde disfrutarás de unas vistas envidiables. Si eres un intrépido alpinista, escalar la cima será uno de los mayores retos que puedas lograr. Cercana se encuentra Hakone, famosa por sus baños de aguas termales de origen volcánico (‘onsen’), una ciudad que también puedes ver desde el monte Komagatake al que se accede en teleférico. Cierra la jornada con un crucero por el lago Ashi.
El hogar de los ‘grizzly’. Monte Redoubt, Alaska
Desplázate a la otra punta del mundo, Alaska, y visita la cima más alta de la cordillera Aleutiana cuya última explosión fue en 2009: el Monte Redoubt. Se encuentra a unos 180 kilómetros de Anchorage y forma parte del Parque Nacional del Lago Clark. La reserva protege el propio volcán y otro gemelo llamado Iliamna, el lago Clark de 80 kilómetros, montañas Chigmit y la ensenada Cook (‘Cook Inlet’). Aquí habitan grandes comunidades de osos pardos salvajes, especialmente los ‘grizzly’, por lo que seguramente puedas ver a alguno ‘pescando’ a las orillas del río. No existen carreteras que lleven hasta la zona que sólo es accesible en hidroavión, una experiencia extra que sumarás a tu viaje y que podrás contratar con una empresa local.
Vigilado con lupa. Monte Rainier, Washington
También en Estados Unidos se encuentra el Monte Rainier, un volcán muy temido. Es el pico más alto de la cordillera de las Cascadas y una de las montañas más prominentes de los estados continentales (excluyendo Alaska y Hawái). Su última erupción fue en 1894 y forma parte de los Volcanes de la Década, los más peligrosos y vigilados por los vulcanólogos por su riesgo de erupción y por la cercanía a poblaciones habitadas. A pesar de ser un gigante de fuego es el rey de la nieve, formado por gran cantidad de glaciares y campos de nieve, por eso las rutas más frecuentes son de escalada en roca y hielo. También tienes la posibilidad de conocerlo desde el suelo en el Parque Nacional del Monte Rainier, con grandes valles, prados subalpinos, cascadas y bosques frondosos. El volcán es el telón de fondo perfecto para la ciudad de Seattle de la que dista unas tres horas en coche, trayecto cuyo paisaje merece la pena en sí mismo. Una vez allí, dispones de varios centros de información como Sunrise (a 2.000 metros de altitud). Y para acceder, una de las entradas más habituales es la Stevens Canyon Road. Si dispones de más de un día, alójate en Enumclaw o en Ashford, ambos con variadas opciones hoteleras.
Volcán Kilauea, Hawái. Escupiendo lava desde hace 30 años
Cuando hablamos de volcanes tranquilos para nada nos referimos al Kilauea, ya que es el más activo del mundo. Está situado en la Isla Grande de Hawái y expulsa magma de forma ininterrumpida desde 1983. Puede visitarse porque no emite explosiones sino ríos de lava que llegan hasta el Pacífico, lo que provoca que este joven estado norteamericano siga creciendo en extensión. Únete a los muchos turistas que ya lo han visitado como el escritor Mark Twain que lo escaló en 1866. Kilauea es el mayor pero no el único volcán de la isla. Todos forman el Parque Nacional de los Volcanes de Hawái, del que te aconsejamos que no te lleves una roca de recuerdo o enfadarás a la diosa Pelé y te verás obligado a enviar el pedazo por correo de vuelta a su origen (no serías el único).