La Ruta de la Seda era el itinerario comercial más importante que unía Oriente y Occidente hace más de 2000 años. Esta ruta, que atravesaba imponentes montañas y desiertos, transcurría a través de una extensa y frágil red de caminos intercontinentales.
Esta ruta fue considerada como un puente de retroalimentación entre las culturas de los países asiáticos y los europeos y, durante mucho tiempo, fue la vía de contacto más importante entre estos dos puntos tan distantes.
Origen de la Ruta de la Seda
Pero ¿cuál es el origen de esta ruta? Se dice que el capricho del pueblo parto, que vivía en el antiguo Irán. Sus habitantes se enamoraron del tacto suave y delicado de la seda y, con el intercambio de un huevo de avestruz por un trozo de tejido de seda, dieron origen a esta ruta comercial tan fructífera e importante para el desarrollo de la historia de la humanidad.
Además, los romanos, vivieron una época de absoluta obsesión por la seda, que en los primeros siglos de nuestra era se convirtió en una mercancía más apreciada y valiosa que el oro. El término de la Ruta de la Seda fue acuñado a finales del siglo XIX por el geólogo alemán Ferdinand von Richthofen.
Así pues, la ruta tenía su punto de origen en la ciudad china de Xian (antigua Chang’an) y su final en la ciudad turca de Estambul. Este itinerario comercial atraviesa media docena de países: China, Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Irán y Turquía.
Empezar la Ruta de la Seda en China te permitirá vivir la ruta como antaño, empezando por la primera etapa en Xian. Además, es un país muy bien conectado con los principales aeropuertos internacionales, que ofrecen diferentes vuelos a China. Prepara tu viaje a China con Viajes Carrefour y descubre un país único y vibrante que ofrece una de las culturas más ricas y diversas del mundo.
Una primera aproximación a la ruta: China y la ciudad uzbeka de Samarcanda
China
Emprender este itinerario en China significa respetar el trazo original de la ruta y disfrutar del viaje tal y como lo hacían los antiguos comerciantes. El punto de partida es la ciudad de Xian, que se encuentra en el centro-este de China, encaramada en una llanura creada por la confluencia de ocho ríos y arroyos. Desde las murallas de esta ciudad podrás llevar a cabo un ejercicio de imaginación para tratar de vislumbrar cómo podría ser antiguamente el inicio de esta antiquísima ruta comercial.
Tiene monumentos muy interesantes que visitar, como el yacimiento de los guerreros de terracota de Qin Shi Huang, que fueron encontrados por un campesino en 1974, momento desde el cual esta ciudad se ha convertido en uno de los epicentros turísticos del gigante asiático.
Pese a encontrarse a 30 kilómetros de la ciudad, este museo es de visita obligatoria dado lo imponente del conjunto de miles de figuras de guerreros esculpidas en tamaño natural, además de carros y caballos.
En Xian también podrás visitar la Gran Mezquita, una de las más voluminosas de China. Fue construida hacia el año 1360 y es conocida como la pequeña Meca.
Además, al sur de la ciudad encontrarás la Pagoda del ganso salvaje, construida en el año 648 por la dinastía Tang, la cual se convirtió en el centro de traducción de textos budistas más importantes de la región.
El siguiente punto en la ruta desde Xian es Dunhuang, una ciudad oasis situada a las puertas del desierto. Era el lugar donde tomaban fuerzas los comerciantes para empezar el tramo más temido del itinerario: el desierto de Taklamakán.
De esta ciudad se puede pasar a visitar Jiayuguan, que es donde se encuentra el punto mejor conservado de la Gran Muralla China. En la Ruta de la Seda esta ciudad se alzaba como una imponente fortaleza. Tras visitar este monumento, patrimonio de la Humanidad, conviene pasar a la provincia de Xinjiang y visitar sus dos ciudades más importantes: Urumqi y Turpan.
Uzbekistán
Samarcanda representaba el ecuador del camino y es considerada como la joya de la Ruta de la Seda.
Esta ciudad uzbeka conserva el esplendor de la época de éxito comercial, que se refleje en sus tres madrasas: la de Ulugh Beg, la de Shir Dor y la de Tillya Kari. El variado colorido y brillo de sus azulejos y la magnificencia de sus cúpulas harán que te retrotraigas a los momentos de mayor prosperidad de esta ruta.
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La Ruta de la Seda: intercambio comercial y gastronómico
Además de ser el itinerario comercial más importante hasta el siglo XV, la Ruta de la Seda fue un sustancial medio de intercambios de técnicas culinarias, recetas y alimentos, que dio pie a un proceso de simbiosis gastronómica que enriquecería las cocinas de los países que atravesaba la ruta.
Por ejemplo, la gastronomía uzbeka está claramente influenciada por la cocina turca. Sus platos típicos son las brochetas de cordero shashlik, con salsa de yogur y el Plov, un plato cocina con arroz, verduras y carne.
Climatología
Ten en cuenta que la Ruta de la Seda se extiende por 8000 kilómetros y atraviesa 6 países, por lo que es difícil completarla antes de 3 o 4 meses, si se quiere disfrutar al máximo de la gran diversidad cultural, representada por las más de 80 etnias que pueblan estos exóticos parajes.
La mejor época para realizar este histórico itinerario es de mayo a octubre. Las condiciones climáticas más favorables para realizar esta ruta se dan desde finales de primavera hasta inicios de otoño, ya que la temperatura se sitúa en una agradable media de 15 grados centígrados. El calor del verano no es molesto, pues se trata de un calor seco.
Además, en estos meses los paisajes se muestran en su máximo esplendor, ya que es el momento en el que las praderas lucen un intenso color verde, crecen las flores y nacen los frutos. Hay que tener en cuenta que la ruta pasa por puntos desérticos y zonas montañosas que alcanzan temperaturas extremas, como el caso de Turpan, donde se puede llegar a los 40 grados en verano y a los 20 bajo cero en el periodo invernal.
En definitiva, la Ruta de la Seda reúne el atractivo de lo exótico, la aventura y la historia en un solo destino.