Tener doble nacionalidad permite a este río dar buenos vinos en España y Portugal. La región vinícola del Douro ofrece rutas por viñedos y bodegas para pasar unas vacaciones únicas.
El Duero se convierte en Douro según cruza la frontera y llega a Portugal, el país vecino que tiene ese encanto de lo sencillo. Pero antes de morir en el océano Atlántico se queda en Oporto, una ciudad que desprende un halo mágico con sus callejuelas medievales, sus seis puentes y sus azulejos predominantemente azules. En buena medida se debe también a sus caldos, unos vinos que se producen en viñedos gracias al riego del caudal de este gran río luso-español. El Duero nace soriano y baña toda Castilla y León con la D.O. Ribera del Duero, para desembocar como portugués y ofrecer al mundo su vino oporto, conocido el mundo entero desde el siglo XVIII.
Alto Douro, responsable de la excelente calidad
En contra de lo que se suele pensar, la producción del vino no se hace en el mismo Oporto sino que tiene lugar desde hace siglos en la región del Alto Douro (a una hora en coche por la A4), en el distrito de Vila Reial, principalmente en dos zonas: Régua y Pinhão. La razón de esta elección es sencilla: posee un clima inmejorable para la siembra y un suelo muy rico que facilita la cosecha. La UNESCO otorgó a la zona el título de Patrimonio de la Humanidad porque la manera de trabajar la tierra ha convertido el paisaje en único. Y sobre todo porque la vitivinicultura es una actividad donde los agricultores siguen explotando los viñedos a mano como tradicionalmente se hacía.
Transportado por el Duero
Son estos mismos agricultores quienes tras la vendimia llevan a cabo el proceso último de fabricación de un oporto: la fortificación, que consiste en añadir aguardiente al jugo cuando se está fermentando, dando como resultado más alcohol y un sabor más dulce. Una vez elaborado el vino se transporta hasta Vila Nova de Gaia, sólo separada de Oporto por el río y unida por sus puentes. Allí es donde se encuentran las ‘caves’ o bodegas, donde el zumo de la uva permanece en barricas envejeciendo durante años. El transporte antiguamente se hacía por el Duero en ‘rabelos’, pequeñas embarcaciones tradicionales que aún hoy se encuentran atracados en las orillas. Uno de los itinerarios que te ofrece la región es un crucero desde el muelle de Ribeira hasta Régua, así conocerás la ruta inversa que realizaban las barricas. Es una excursión de un día que ronda los 60-70 euros e incluye desayuno en el crucero, almuerzo y regreso en tren.
Oporto de Taylor’s, uno de los grandes
Una de las más reputadas bodegas de la zona es la casa Taylor’s, reconocida como la mejor productora de vino de Oporto y una de las más longevas. Su sello produce y comercializa vino desde hace 400 años. Su nombre británico, como el de otras muchas, es resultado de la hermandad vinícola de ambas naciones durante siglos. Visita sus bodegas en Vila Nova de Gaia (Taylor’s Port, Rua do Choupelo 250), donde te ofrecen una cata en el salón de la biblioteca de tres vinos de Oporto: Chip Dry y Extra Dry White, Late Bottled Vintage (LBV) y Tawny 10 años. Posteriormente, puedes pasar a su terraza con vistas a Oporto. La visita cuesta siete euros por persona y el horario es de 10:00 a 18:00 de lunes a viernes, y los fines de semana hasta las 17:00h.
Rutas vinícolas al estilo luso
También tienes la posibilidad de recorrer los viñedos a través del Duero. Se trata de cruceros de varios días de duración desde donde obtendrás una panorámica de las terrazas en cuesta que forman las vides a ambas márgenes del río. Todo ello cruzando la esclusa de Carrapatelo, de 36 metros de desnivel y una de las más importantes de Europa. Desembarcando dispones de excursiones a ciudades como Lamego, que cuenta con un amplio patrimonio histórico; Braga, apodada la ciudad de los arzobispos; o Guimarães y su castillo medieval; además de las vinícolas Régua y Pinhão.
Y si quieres pisar la tierra de los viñedos, lo mejor es contratar una excursión programada o acudir por tu cuenta hacia la ruta de los vinos de Oporto. Una vez allí te encontrarás con decenas de quintas y restaurantes. Podrás participar en catas de vinos (incluso vendimiar si tu viaje se produce en septiembre), degustar la gastronomía local y recorrer el paisaje sin prisas por villas centenarias como Quinta do Tedo (abierta de 10:00 a 19:00 todos los días), del siglo XVIII; y otras como Quinta Nova de Nossa Senhora do Carmo (Quinta Nova Luxury Wine House) que aunque cuenta con 250 años de historia ha sido remodelada hasta convertirse en el primer hotel vinícola. Una casa solariega de cuatro estrellas con once habitaciones y una piscina al aire libre en una finca de 120 hectáreas de viñedos.