En Islandia están acostumbrados a lo extraordinario, de hecho se ha convertido en el modo de vida de su sociedad. En abril de 2010, la erupción del volcán de nombre impronunciable Eyjafjallajökull puso en jaque a media Europa, aunque allí se lo tomaron con total normalidad. Tanta, que recogieron las cenizas que arrojó el cráter para venderlas como souvenir e hicieron camisetas muy graciosas sobre lo sucedido. Lo mismo ocurrió un año después con los responsables de la crisis económica. Mientras en el resto del planeta miraban atónitos cómo se colapsaba el sistema financiero, los islandeses decidieron encarcelar a los políticos y banqueros causantes del crack.
Lo insólito siempre ha estado ligado a Islandia. Sin ir más lejos, Julio Verne se atrevió a colocar en 1864 el lugar de entrada al centro de la Tierra en el oeste de este país sin haber puesto un pie allí en su vida, simplemente se imaginó cómo serían aquellos paisajes y describió a la perfección aquella indómita tierra de hielo y fuego.
¿Tan salvaje resulta este destino? ¿Es apropiado para viajar en familia? Claro que sí, los islandeses sienten mucho respeto por la conciliación entre la vida laboral y familiar. Eso se nota en lo preparado que está el destino para los peques. Agárrate fuerte que vamos a descubrir el sur de Islandia con niños.
Reikiavik, avistamiento de ballenas y chapotear en la Laguna Azul
Probablemente el primer lugar que visitarás en Islandia será su capital Reikiavik, una urbe que concentra la tercera parte de la población del país. Es una ciudad que engaña a primera vista, ya que es mucho más animada de lo que aparenta, especialmente su distrito 101 repleto de coquetas tiendas, restaurantes y cafeterías. La zona del lago Tjörn es de las más bonitas de la ciudad por sus típicas casas de colores y muy agradable para pasear si viajas en verano. También es interesante visitar la peculiar Hallgrímskirkja, una catedral que parece una nave espacial o una figura hecha con piezas de Lego o Minecraft. A los niños también les encantará pasar una tarde en el peculiar zoo de Reikiavik, que es una mezcla entre granja escuela y parque de diversiones.
Una vez le tomes el pulso a Reikiavik, dirígete al puerto y échate a la mar con toda la tropa para tratar de ver ballenas en alta mar. A los niños les apasiona eso de jugar a piratas y ponerse un chaleco salvavidas. Luego en cubierta, todo dependerá de la madre naturaleza. Hay épocas en las que es más sencillo ver a los cetáceos, pero sólo por la emoción de contemplarlos merece la pena.
Hayamos visto o no a las ballenas, otro planazo es el de ir a relajarse a la Laguna Azul. Se trata de uno de los lugares más turísticos, pero a la vez más reconfortantes de toda Islandia. Su mayor aliciente es una gigantesca piscina geotermal llena de un agua de un color azul muy característico proveniente de los manantiales volcánicos. Ya puede estar nevando en el exterior que los peques podrán chapotear en estas aguas tan calentitas. Para acceder al recinto los niños tienes que ser mayores de 2 años.
La península de Reykjanes y el Círculo Dorado
Reikiavik está bien como aperitivo, pero si hay algo que destaque en Islandia son sus paisajes y la posibilidad de estar en contacto con la naturaleza. Pocos destinos en el mundo combinan tal diversidad en tan poco espacio. Pozas de agua hirviendo, geisers, glaciares, campos de lava, fiordos, volcanes… es sobrecogedor. Para los que viajamos con niños es interesante la posibilidad de acampar en cualquier lado o hacer excursiones a lomos de los peculiares caballos islandeses.
No obstante, para los niños puede ser muy curioso ver como la energía geotermal ha teñido de colores muy diversos las fumarolas y pozas de Seltún en la península de Reykjanes. Mucho ojo con los peques, pues el agua está a temperaturas elevadas y mejor que las vean desde las barreras y pasos elevados que hay habilitadas.
Tampoco te puedes perder los atractivos del denominado «Círculo Dorado». En una excursión de un día se puede visitar la impresionante cascada de Gullfoss (32 metros de altura) donde casi seguro que se dibuje un arcoiris, Thingvellir que es el lugar exacto donde convergen la placa tectónica euroasiática y norteamericana (se puede ver la brecha que hay entre ellas) y, por último, la zona de los geisers. El más activo es Srokkur, que cada pocos minutos brota de la tierra con mucha potencia para asombro de los presentes. ¿Te imaginas la carita de los niños al ver semejante fenómeno?
Playas de arena negra en Vík y lagunas glaciares y más cascadas
Ya hemos dicho que en Islandia están acostumbrados a lo extraordinario, así que tras ver geisers, brechas en la tierra y cataratas gigantes todavía puede aumentar su capacidad de asombro. Una de las excursiones más interesantes por el sur del país es la que nos llevará hasta Vík. Además de disfrutar con las playas de arena negra, los niños quedarán embelesados con la leyenda los tres trolls. Se trata de tres rocas monolíticas junto a un acantilado y la playa de Vík, una imagen realmente impactante.
No menos espectacular son las lagunas glaciares de Jökulsárlón y Fjallsárlón. La primera desemboca en el mar, arrojando sobre éste numerosos icebergs que flotan en las tranquilas aguas y que le confieren un aspecto polar maravilloso y sobrecogedor. En verano hay excursiones con una especia de vehículo anfibio que encandilarán a los niños. Fjallsárlón tiene detrás la visión del famoso volcán Öræfajökull. Muy cerca queda Svínafellsjökull, donde se puede escuchar como ruge el glaciar, un sonido inolvidable.
El colofón a este recorrido con niños por el sur de Islandia lo pueden poner varias cascadas. Una de nuestras favoritas es Svartifoss, rodeada de columnas poligonales de piedra basáltica negra que parece un órgano de iglesia. Otros saltos de agua fascinantes son la enorme Skógafoss y Seljalandsfoss donde tienes la oportunidad de pasar justo por detrás de la cascada. Imposible que los niños se aburran en Islandia.