Falsos mitos sobre viajar con un bebé
Los viajes tienen un componente de incertidumbre que es probablemente lo que los hace convertirse en recuerdos tan especiales después. Cada uno nos sentimos capaces de manejar diferentes niveles de esos ingredientes incontrolables que surgen a veces y lo que a uno puede parecerle una locura para otros es lo más normal del mundo.
El caso es que cuando nos convertimos en madres y padres, nuestros radares de seguridad se disparan. No es que dejemos de ser atrevidos, es que la naturaleza nos convierte en más precavidos en beneficio del cuidado de nuestras crías.
Este instinto nos viene de muchas generaciones anteriores y lejos de ser algo negativo, es el que garantiza la supervivencia de la especie. Cuando llevamos ese miedo a niveles extremos, podemos dejar de diferenciar entre lo que es realmente peligroso de lo sencillamente desconocido.
No podemos estar más en contra de aquel dicho de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. ¡Menudo crimen eso de perderse lo bueno por no enfrentarse a lo que no conocemos!
Los países en los que además no tenemos todavía una gran tradición de generaciones viajeras, arrastramos (aunque cada vez menos), algunas falsas creencias populares sobre lo que significa viajar con un bebé.
Sin embargo, la historia del ser humano está llena de ejemplos de poblaciones nómadas y todavía hoy esta es la forma de vida de pueblos como los giljhi de Pakistán, los nunak de Colombia, los esquimales de Groenlandia, los tuaregs de diferentes países de África o los sarakatsani de la península balcánica.
Por si las los motivos antropológicos no fueran suficientes existen también otras razones de peso un poco más pragmáticas como son que los bebés no pagan en la mayoría de las atracciones ni en los aviones mientras no ocupen un asiento, que los primeros años de vida suelen dormir muchas horas al día, que todavía no opinan sobre lo que les gustaría visitar o que lo único que necesitan para estar bien en cualquier parte es tener sus necesidades básicas cubiertas y estar con sus padres.
Nosotros, después de 2 años recorriendo el mundo con nuestro bebé (que cada día lo es menos), te decimos que es importante tomar precauciones, contratar siempre un seguro de viaje e informarse bien de todo antes de viajar a un destino destino desconocido, pero que lejos de ser unos imprudentes, consideramos que le estamos haciendo un enorme regalo de vida a nuestro hijo por muchísimos motivos, pero son tantos que tendremos que hablar de ellos en otro post.
Algunos falsos mitos que rodean al binomio “viajes y bebés”:
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Los bebés lo pasan mal en los aviones. Se agobian porque es un espacio muy pequeño y además les duelen los oídos
Los bebés vienen de estar 9 meses en un espacio mucho más pequeño que un avión. Seguramente lo que le espera durante las horas de vuelo son los brazos de mamá y papá. ¿Se te ocurre un mejor plan para un bebé?
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Los bebés necesitan estabilidad en su rutina diaria.
Durante estos años de vida viajera hemos visitado países en los que acostaban a los niños a las 7 de la tarde, otros en los que los pediatras desaconsejaban el uso de pañales, alimentaciones y dietas que nada tenían que ver unas con otras, climas diversos… Los niños vienen al mundo como un papel en blanco. No arrastran en su histórico años y años de rutinas. Siempre que mantengamos sus necesidades básicas cubiertas, modificar durante unos días lo que sucede a su alrededor les ayuda incluso a interiorizar (a ellos y a los padres) que no pasa nada cuando no seguimos el planning oficial todo el tiempo.
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El jet lag les afecta mucho
Por lo general, los bebés duermen muchas más horas que los adultos y esto facilita que se adapten a un nuevo horario. Buscar vuelos directos y con buenos horarios también ayuda en este proceso. Nos hemos enfrentado a cambios horarios de hasta 9 horas y nunca hemos tardado más de 5 días en conseguirlos.
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Los destinos de frío los ponen enfermos.
Si no te gusta el frío no te recomendamos que elijas un lugar invernal en tu primera escapada en familia, pero si eres un amante de los paisajes nevados, debes saber que el frío no es el responsable de la transmisión de ninguna enfermedad. Seguro que alguna vez has oído hablar de la famosa “siesta nórdica”, esa costumbre de nuestros vecinos del norte de dejar a los bebés bien abrigados durmiendo fuera de las cafeterías o en las terrazas. El motivo es precisamente mantenerlos alejados de los espacios cerrados en los que los virus campean a sus anchas y reforzar su sistema inmunológico.
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Hacen falta muchas cosas para viajar con un bebé.
Antes de salir de España, hicimos varias escapadas en las que nos dimos cuenta de que nos sobraban la mitad de las cosas que metíamos en el coche. Este proceso de desmaterialización lo hemos ido mejorando en cada viaje hasta que hemos conseguido viajar con el mismo peso que llevábamos antes de que estuviera Koke.
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Para que llevarlos de viaje si no se van a acordar de nada.
Esta afirmación nos la cruzamos muy a menudo. ¿Acaso celebramos su primer cumpleaños, les hacemos socios de nuestro equipo de fútbol aunque no levanten un palmo del suelo o les ponemos música bonita con el objetivo de que lo recuerden cuando sean mayores? Lo hacemos porque queremos llenar su vida de momentos agradables en los que disfrutar todos juntos y el viaje está lleno de ellos.
Los viajes generan siempre ciertos nervios en los adultos y en algunas ocasiones, tendemos a proyectarlos en los bebés a los que vemos tan indefensos, pero a veces es cuestión de darles la oportunidad de demostrarnos que los pequeños, en general se adaptan a las nuevas situaciones mucho mejor que nosotros.
¿Pensando en viajar con un bebé? ¿A ti también te han dicho alguna de estas frases? Si tienes alguna duda al respecto déjanosla en los comentarios y te contestaremos lo antes posible.
El año que viene que mi mayor tendrá tres años largos y el peque casi uno me lanzaré de nuevo por esos mundos. De momento estamos conociendo España. Me da miedo aún vivir sometida a cierto estrés si propongo un viaje a un territorio más lejano.