Además de rastrear blogs de recetas y conocer el último restaurante de moda, todo ‘foodie’ tiene un mercado de referencia. Elegimos cinco históricos en los que llenar la cesta de la compra.
1. La Boquería (Barcelona)
El Mercado de San José –más conocido como la Boquería– es toda una institución en Barcelona. Y no lo decimos nosotros, lo dice Ferrán Adriá: «La Boquería es un templo de la gastronomía, un lugar en el que se concentran todos los pasos de la cadena alimentaria». Y esto implica a productores, recolectores, carniceros, pescaderos, clientes particulares, profesionales… Ilustres como Adriá y visitantes por un día copan los abarrotados pasillos de este mercado, cita imprescindible para todo aquel que visite la Ciudad Condal por primera vez. Además de mercado, la Boquería cuenta con un Aula Gastronómica, un espacio de encuentro entre aficionados y profesionales. Allí se programan cursos impartidos por cocineros y sumilleres, que desgranan todos los secretos –teóricos y prácticos– de la gastronomía local.
2. Mercado Lonja del Barranco (Sevilla)
Inaugurado hace apenas dos años, la Lonja de Barranco se suma al cada vez más numeroso elenco de mercados gourmet repartidos por el país. Y es que Sevilla, mítica ciudad de tapeo, se había quedado un poco atrás en esta tendencia. Con unas dimensiones de 1.200 metros cuadrados, Lonja de Barranco es más que un mercado, es un espacio multiusos dispuesto a acoger actividades (‘show cooking’, exposiciones, actuaciones musicales…) más allá de los 20 puestos de hostelería con los que cuenta. En ellos se puede encontrar desde pescaíto frito, marisco y charcutería, hasta sushi, pizza, helados, aceites… Situado junto al puente de Triana, cuenta con una terraza a orillas del Guadalquivir. Este joven proyecto se aloja en un edificio del siglo XIX: las Naves del Barranco. Diseñado por Eiffel, está considerado Patrimonio Histórico de la Humanidad. La obra se completó entre los años 1861 y 1883, y ahora vuelve a lucir como nuevo gracias a un remozado interior.
3. Mercado de la Ribera (Bilbao)
En la orilla derecha del río Nervión y al sur del Casco Viejo, el Mercado de la Ribera responde a la perfección a ese nuevo concepto de mercado polivalente. En el lugar de las pescaderías del antiguo mercado diseñado por Pedro Ispizua se ha llevado a cabo una rehabilitación que multiplica las posibilidades de este icónico espacio. Se puede desayunar, picar algo –en formato pintxo o ménu gastronómico–, tomar una copa e incluso hacer la compra en el mercado y que te la cocinen en el momento. Más fresco, imposible. Y es que esa es una de las mayores apuestas de la Ribera, trabajar el producto de mercado: verduras frescas, pescado y marisco del día, y carnes de la zona. Sus 10.000 metros cuadrados lo convierten en uno de los mayores mercados cubiertos de Europa. Además, puede presumir de un imponente mirador sobre la ría y de una terraza protegida del sol por una vela de barco. La oferta musical del mercado suena a jazz gracias a La Ribera Jazz Band.
4. Mercado de San Miguel (Madrid)
En el Madrid más castizo, en pleno barrio de los Austrias, reabría sus puertas hace siete años el Mercado de San Miguel. Sin dejar de lado el concepto de mercado tradicional, pretende llegar a ser un «Centro de Cultura Culinaria» en el que la gastronomía pase a convertirse en un hecho cultural. Una tendencia que han continuado en la capital otros mercados como el de San Antón, San Ildefonso, Platea… En San Miguel, además de hacer la compra a base de productos frescos, se pueden degustar otros ya preparados o, directamente, comer de tapas. Considerado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento, es el único mercado de hierro que ha llegado hasta nuestros días en Madrid. Lejos del barrio de los Austrias, el Mercado de San Miguel organiza ‘pop up’ itinerantes, que van viajando alrededor del mundo para mostrar las bondades de la gastronomía española.
5. Mercado Central de Valencia
«Compra con los cinco sentidos». El lema del Mercado Central de Valencia no podría representar mejor lo que espera al ‘foodie’ que atraviese las puertas del ‘mercat’. Con más de 8.000 metros cuadrados de superficie, está dividido en dos zonas, una principal de casi 7.000 metros y otra destinada exclusivamente a pescadería que hace honor a su pasado marinero: antiguamente, en el sótano se realizaba la subasta de pescados. En total, el ‘mercat’ agrupa a unos 300 comerciantes. Presumen de ser «el mayor centro de Europa dedicado a la especialidad de productos frescos», así como de haber sido pioneros en informatizar las ventas y la distribución a domicilio. El espacio en el que hoy se encuentra el Mercado Central fue ocupado en su día por mercadillos ambulantes. Entre estos inicios y el centro actual, hubo un mercado descubierto que abrió sus puertas en 1839, pero a finales del siglo XIX, el ‘mercat’ se quedó pequeño y se convocó un concurso para hacer un proyecto más estable. Justo hace 100 años, se inauguraba el edificio actual, uno de los más visitados de Valencia.